
Espacio y productividad: el gran reto
Hoy en día convivimos con dos objetivos aparentemente contradictorios: queremos hacer más cosas, ser más flexibles, llegar a más clientes; pero también queremos recortar nuestros gastos en inmuebles y en recursos humanos. Hacer más con menos. Ser más productivos.
Los espacios han de ser capaces de superar este gran reto. Ya no nos valen los espacios tradicionales que hablan de mesas, sillas y armarios. Los nuevos espacios hablan de colaboración, concentración, comunicación, creatividad; hablan en definitiva de personas que realizan funciones individuales y en equipo y que utilizan una serie de herramientas y tecnologías. Y hablan de hacerlo con los mínimos recursos posibles: productividad.
Superar el reto es maximizar la utilización de los inmuebles, fomentar y dar soporte a la colaboración, atraer y canalizar el talento y reforzar la cultura y los valores de la empresa.
Hace unos años se ha extendido el concepto de retener el talento, y dentro del mismo la idea de que un espacio de alto nivel era una buena manera de conseguirlo. Nada más lejos de la realidad. Los espacios de alto standing sin más, lo único que atraen es el ego.
Si estamos comprometidos con el desarrollo del talento el espacio debe estar diseñado funcionalmente para tal fin. Hay que analizar las personas, qué tipo de tareas realizan y cómo interactúan entre ellas; la organización, su misión, cultura y valores; las tecnologías, tanto actuales como previsibles en un futuro; y por último los edificios, su morfología y sus posibilidades técnicas de habilitación. El balance de todos estos factores nos da la solución óptima, que tiene mucho más que ver con la funcionalidad y la operatividad, y donde la estética es solo un factor más de diseño.
Cuando los espacios están orientados al talento a éste le resultan muy atractivos ya que lo que busca es desarrollarse y desatar su potencial.
Imagen cedida por Steelcase.
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