Esquema de una instalación minieólica
La forma de producción de electricidad a partir del viento es muy sencilla, es parecida a la que se da en una dinamo de una luz de bicicleta, donde el movimiento se transforma en electricidad por medio de un generador. Ahora bien, para que esta electricidad sea utilizable hay que llevarla a los puntos de consumo mediante una instalación adecuada.
La energía eléctrica producida por el generador se obtiene en forma de corriente continua, por lo que su uso directo solo se puede utilizar en aplicaciones muy limitadas como iluminación de muy bajo consumo.
Así pues será necesario un inversor si queremos obtener corriente alterna que podremos utilizar en la mayoría de los diferentes aparatos o máquinas de que tengamos en nuestro edificio, o verterla a la red eléctrica.
Otra opción existente es la de almacenar la energía producida, lo cual puede hacerse mediante una serie de baterías que guardan la electricidad en los momentos en que la producción excede la demanda para utilizarse posteriormente cuando se de la situación inversa. En casos de sistemas conectados a la red también se puede programar para que se tome la electricidad en las horas punta de la tarifa eléctrica.
Todo este proceso está controlado por un controlador de carga, que se encarga de satisfacer las necesidades del usuario en cada momento, según se necesite o no la electricidad y en qué tipo de corriente.
En definitiva, una instalación de mineólica puede funcionar de dos formas: aislada o conectada a la red eléctrica. En una instalación aislada con la energía producida podemos hacer tres cosas: consumirla directamente en forma de corriente continua, consumirla en forma de corriente alterna mediante un inversor, o almacenarla para su uso posterior mediante baterías.
En el caso de instalaciones conectadas la red eléctrica podemos verter los excesos de producción que tengamos o tomar de la red la energía que necesitemos para cubrir toda nuestra demanda. En este caso siempre será necesario un inversor.
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