Iluminación, bienestar y eficiencia energética
Durante los últimos años numerosos estudios demuestran los efectos estimulantes de una buena iluminación en el ambiente de trabajo. Un diseño correcto de la iluminación en el entorno laboral es fundamental, pues contribuye directamente a mejorar el rendimiento de sus trabajadores y en consecuencia la productividad de la empresa. Esto es debido a que las tareas se realizan correctamente con mayor concentración y con un menor número de errores y accidentes ya que hay más precisión, a que la atención es mayor cuando la iluminación es la adecuada, así como a la motivación y la disminución del cansancio visual.
En definitiva todas estas variables proporcionan un bienestar en el ambiente laboral que se relacionan directamente con compromiso de los trabajadores, el rendimiento individual y la reducción del absentismo.
Ahora bien, una vez comprendida la importancia de una buena iluminación debemos ser coherentes con la situación actual y el entorno donde estamos.
El hecho de vivir en una sociedad cada vez más globalizada donde las distancias parecen más cortas y las personas más cercanas nos hace recordar con frecuencia que la mayoría de los recursos de los que gozamos no son infinitos, ya no sólo pensando en las generaciones futuras sino también en las actuales.
Si a esto le sumamos el crecimiento de la población humana, cada vez más demandante de energía, estamos obligados a tener una conciencia global y en consecuencia a ser más eficientes con nuestros recursos.
La iluminación es uno de los principales usos finales de esta energía. Aproximadamente un 19% del consumo de energía a nivel mundial está destinado a la iluminación. Este porcentaje es mucho mayor si nos centramos en el consumo de un edificio donde éste puede llegar hasta el 40%, y en el sector terciario, y más concretamente en el uso de oficinas, la iluminación está cercana en muchas ocasiones al 50% del consumo de energía total.
Un sistema de iluminación energéticamente eficiente permite obtener una importante reducción del consumo, sin necesidad de disminuir sus prestaciones de calidad, confort y nivel de iluminación.
Este último punto es importante ya que las reducciones de consumo basadas en disminuciones en los niveles de confort conducen a falsas sensaciones de ahorro donde perdemos en productividad mucho más que lo ahorrado en energía.
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