¿Qué hacemos con las ideas?
En un pensamiento tradicional podríamos decir que las ideas nacen, se evalúan, se desarrollan o se descartan y finalmente se llevan (o no) a la práctica. Pero nosotros vamos a tratar de aportar algún otro enfoque.
El nacimiento de una idea es algo que no controlamos; lo podemos fomentar pero llega cuando llega y como llega. Una idea es como un diamante en bruto: hay que darle forma. Esto es un proceso reflexivo y con un cierto componente racional; sin embargo el nacimiento de la idea es un proceso más espontáneo y con un mayor componente emocional. Los estados anímicos del nacimiento de una idea y de su conformación posterior son distintos, por lo tanto debe haber una ruptura en el tiempo entre ellos: lo primero que tenemos que hacer con una idea es dejarla reposar.
Nuestro espacio debe estar preparado para alumbrar y dejar reposar las ideas. En el momento de su nacimiento debe haber lugares de concentración y colaboración informal para facilitar su llegada, pero esto no es todo. Debemos tener igualmente a mano elementos de archivo para que puedan reposar. Deben seguir un tiempo cerca, a mano, pero sin interferir en nuestro día a día.
Los archivos móviles o compartidos son muy útiles para estos fines; muchas grandes ideas se pierden sencillamente porque quedan archivadas en un cajón y luego nadie se acuerda de recuperarlas. Si la idea la hemos tenido en un lugar de concentración pero nuestro puesto habitual está en un pool compartido la idea no puede quedar en un armario; hemos de tenerla presente en todo momento y para ello es fundamental que nuestros sistemas de archivo den soporte a la forma de reposar de nuestras ideas.
A veces cuesta mucho tener una idea y no podemos permitirnos que se pierda porque nuestro espacio no está preparado para almacenarla y que repose hasta que la podamos retomar para darle forma.
Imagen cedida por Steelcase.
No hay comentarios